Redacción. Una vez terminada la temporada estival, investigadores de la Universidad de Cádiz (más de una decena pertenecientes al grupo de investigación HUM-440), liderados por el catedrático de Arqueología, Darío Bernal, y el profesor ayudante doctor, José Juan Díaz, ambos del departamento de Historia, Geografía y Filosofía de la UCA, han reiniciado los trabajos de campo en el yacimiento del Cabo Trafalgar – Caños de Meca en Barbate, encaminados a la delimitación de las estructuras arqueológicas de las diversas partes del yacimiento (villa romana, balneum y estructuras asociadas y necrópolis prehistórica), a efectos de poder proponer un polígono de afección arqueológica para, a medio plazo, proceder a la protección de los restos mediante la figura jurídica que corresponda.
Los trabajos desarrollados se han ejecutado con cargo a dos contratos menores financiados por la Delegación Territorial en Cádiz de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, por un total de unos 27.000 euros. Estas actividades, como ha comentado la delegada territorial de Cultura en Cádiz, Mercedes Colombo, durante una reciente visita al yacimiento en compañía de su homónimo en Desarrollo Sostenible, Daniel Sánchez, “permitirán acometer la primera fase prevista en los trabajos de puesta en valor, consistentes en el estudio arqueológico y arqueométrico de los hallazgos de las primeras campañas de excavación y en un programa de sondeos arqueológicos mecánicos y manuales destinados a la definición en detalle del área de dispersión de hallazgos en las diversas zonas del yacimiento”.
Los resultados obtenidos hasta la fecha son del máximo interés, en palabras de Darío Bernal, ya que “la entidad de los restos arqueológicos en la villa romana triplica la extensión de los hallazgos conocidos previamente al desarrollo de esta última campaña de excavación y presentan un excelente estado de conservación”. Se han hallado 13 piletas de salazones romanas, que presentan sus alzados completos (entre 1,5 y 2 m de profundidad de media), con remates de coronación íntegros, totalmente revestidos de hormigón hidráulico (opus signinum). Estos nuevos hallazgos “convierten a la villa romana del Cabo Trafalgar en una de las más importantes de todo el litoral andaluz, y la única conocida en toda la antigua provincia romana de la Baetica en la que conviven las actividades de acuicultura y de producción de garum y salazones de pescado”.
Los trabajos arqueológicos en torno al balneum romano, que presenta una conservación “excepcional”, con más de 4 metros de alzado en sus paramentos, se encuentran en fase de desarrollo actualmente, y han permitido verificar que su tamaño es notable, al menos en torno a una superficie de más de media hectárea (150 x 50 m aproximadamente). También se han descubierto dos edificios romanos en el entorno del complejo termal, totalmente desconocidos previamente: el primero de ellos, con una superficie de unos 150 m2, se relaciona con la industria pesquero-conservera, y está dotado de tres ambientes: un pasillo en forma de L al aire libre; una zona con 3 piletas de salazones; y una habitación para la limpieza y despiece del pescado, donde se halla una gran mesa longitudinal, de unos 8 m de longitud con forrado superior de sillería, que es muy similar a la conocida de las fábricas de Cotta en la Mauretania Tingitana (entorno del actual Tánger), y única en su género en toda la península Ibérica. Asimismo, se ha documentado la puerta y una escalera de acceso a un segundo edificio, que será excavado en el futuro, y cuyos paramentos presentan 2 m aproximadamente de alzado conservado. Y se acaban de iniciar los trabajos alrededor de la necrópolis megalítica de la Edad del Bronce para tratar de verificar la existencia de otras sepulturas prehistóricas. En estos últimos meses, se ha comenzado el estudio de laboratorio tanto de los restos óseos de los ocho individuos documentados (análisis paleopatológicos, dataciones absolutas por radiocarbono, ADN antiguo,…etc.) como del ajuar recuperado.
Los estudios de campo, tal y como han explicado los investigadores de la UCA, se han acompañado de perforaciones geoarqueológicas encaminadas a la reconstrucción del paleopaisaje y a determinar la paleotopografía del tómbolo del Cabo Trafalgar, así como a la reconstrucción de las lagunas costeras (lagoons) que en su momento rodearon al yacimiento, y cuyos recursos también fueron aprovechados en la Antigüedad. Se han realizado también prospecciones geofísicas encaminadas a la detección de potenciales restos arqueológicos bajo el manto dunar de génesis eólica que cubre toda la zona objeto de estudio.
En relación al estudio de los hallazgos arqueológicos, se puede avanzar que “el estudio en curso de desarrollo verifica la continuidad ocupacional en el yacimiento romano entre época de Augusto y finales del siglo IV o inicios del siglo V d.C”. Estas novedades han permitido cubrir “un vacío histórico de más de 300 años existente con antelación, ya que se planteaba que la villa romana se había abandonado en momentos avanzados del siglo I d.C., situación que es posible entender actualmente pues la ocupación humana se trasladó a la playa de los Caños de Meca, donde las posibles cetariae e instalaciones anexas, como el balneum documentado, estuvieron en funcionamiento hasta poco antes del paso de los vándalos con Genserico por el estrecho de Gibraltar (año 429 de la era)”.
Burgaíllos, ostras y mejillones
Los científicos ha podido llevar a cabo, en paralelo, los primeros análisis arqueozoológicos de la fauna terrestre y marina, destacando la localización de un gran conchero de época julio-claudia, donde los mariscadores romanos desecharon los restos de sus capturas, especialmente burgaíllos (Phorcus lineatus). Además, se han recuperado restos de ostras (Ostrea edulis) y de mejillones (Mytilus galloprovincialis), posiblemente algunas de las especies que fueron objeto de cría y engorde en los viveros romanos de la villa.
En las próximas semanas se ultimarán los trabajos de campo y después se darán a conocer de manera detallada los resultados científicos de estas investigaciones interdisciplinares, ejecutadas por la Universidad de Cádiz y por otras instituciones colaboradoras (Universidad de Estrasburgo y Centre National de la Recherche Scientifique; y la universidad alemana de Marburgo).
Las actuaciones se han desarrollado al amparo de una actividad arqueológica puntual aprobada por la Junta de Andalucía y del proyecto de investigación ARQUEOSTRA (Arqueología de la ostricultura romana. Técnicas interdisciplinares para la determinación de los orígenes de la acuicultura en Andalucía y Marruecos), FEDER-UCA18-104415. Y cuenta con la autorización del Parque Natural de la Breña y Marismas del Barbate, a través de la Delegación Territorial de Desarrollo Sostenible de la Junta de Andalucía en Cádiz.
Estos trabajos se desarrollarán a lo largo de 2022 con otras actuaciones de investigación, conservación, puesta en valor y transferencia, con el objetivo final de que “a medio plazo este importante y multi-secuenciado yacimiento gaditano pueda ser disfrutado por la ciudadanía, y convertirse en seña de identidad patrimonial de estos paradisíacos paisajes costeros gaditanos, a los que se les une a partir de ahora la variable patrimonial”, han concluido sus portavoces.