Una vigilia de oración para los migrantes que han perdido su vida en el mar

vigilia de oración

Redacción. La Playa de los Lances, en Tarifa, acogió el viernes 28 de octubre, una nueva vigilia de oración por todos aquellos migrantes que han perdido su vida o han desaparecido intentando cruzar el Estrecho para conseguir una vida que podía ser más digna, más justa y más humana.

Alrededor de 400 personas se unieron en oración alrededor de una patera, que ha simbolizado este drama cruel y sin sentido al que estamos asistiendo, y doce antorchas como recuerdo a las doce tribus, a todos los pueblos.

El rezo comunitario estuvo presidido por el obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, Mons. Rafael Zornoza, que estuvo acompañado por los padres Scalabrinianos, Sante Zanetti, director del Secretariado Diocesano de Migraciones; y Livio Pegoraro, coordinador del Secretariado Diocesano de Migraciones en el Campo de Gibraltar y Ceuta. Asimismo, hubo una representación de la comunidad musulmana en la provincia.


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El acto comenzó con la monición de entrada y unas palabras del Sr. Obispo, quien expresó que “para nosotros mirar al cielo es un reto, es una oración, es una petición de compasión a Dios, primero por los que han muerto y también una petición por los que vivimos, por toda la sociedad. El Señor nos recuerda que vivimos para amar, que amar es dar la vida, y esto supone en nosotros mirar al prójimo, a cada uno en su necesidad, muy especialmente al que lo pasa peor, al desvalido, al pobre, al necesitado, al refugiado, al migrante acogido y querido también por la Iglesia y por Dios”.

En cuanto a la celebración de la vigilia de oración, el obispo diocesano aseguró que “la vigilia de oración de hoy es una llamada al corazón de la sociedad, a todos los hombres de buena voluntad, para que con su sensibilidad y con su acción social seamos capaces, entre todos, de hacer un mundo más justo y salir de nuestro individualismo”.

Tras la invocación del Espíritu Santo se pudo contemplar la complicada vida de las personas que abandona su hogar en busca de un futuro mejor, a través de cinco testimonios de migrantes que residen en nuestra diócesis.

Por su parte, Miguel Guillén, voluntario del Secretariado de Migraciones, afirmó que “los migrantes con su presencia nos dicen la urgente necesidad de anteponer la fraternidad al rechazo, la solidaridad a la indiferencia. Hoy cada persona está llamada a reflejar la mirada de Dios hacia sus hermanos y hermanas migrantes y refugiados -son muchos-, para dejar que su mirada amplíe nuestra mirada, gracias al encuentro con esta humanidad en camino, a través de la proximidad concreta”.

Asimismo, defendió la riqueza que las personas migrantes aportan a la sociedad. “Estamos llamados hoy a vivir y difundir la cultura del encuentro, un encuentro igualitario entre migrantes y la población del país de acogida. Es una experiencia enriquecedora, en que se revela la belleza de la diversidad. Y es también fecundo, porque la fe, la esperanza y la tenacidad de los migrantes pueden ser un ejemplo y un incentivo para quienes quieran comprometerse en la construcción de un mundo de paz y bienestar para todos. Pidamos a Dios que nos ayude en esta tarea de construir un mundo en justicia y paz”.

Con el Salmo Sufí Acrecienta mi luz, del profeta Mahoma, y la lectura de la Palabra de Dios, llegó el momento del acto simbólico en el que un grupo de migrantes portaron una gran cruz, que depositaron sobre la patera en recuerdo de todos los fallecidos y desaparecidos. A través de cantos y momentos de silencio y oración se quiso reflejar el sentimiento de dolor, de solidaridad y afecto, al tiempo que el deseo de que este paso fronterizo en las aguas que separan las dos orillas dejen de ser espacios de dolor, sufrimiento, dramas y muertes, y se conviertan en lugares de encuentro, amistad e intercambio entre los pueblos de los dos continentes.

Con una oración por los migrantes fallecidos, pronunciada por Mons. Rafael Zornoza, el rezo del Padrenuestro y el Al-Fatiha musulmán, se puso punto final a la ceremonia, que terminó con una ofrenda floral al mar, en señal de duelo por los fallecidos y todos aquellos que no consiguieron llegar.

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