Redacción. La Casa de Iberoamérica vivirá la inauguración, el próximo 29 de octubre, de la exposición «Dalí: Dibujar lo escrito». Se trata de 100 xilografías de uno de los autores más singulares y relevantes de la historia del arte, que acercarán al público a su universo único, que también desarrolló en su faceta como ilustrador y dibujante.
La exposición, de acceso libre y gratuito, coincide con la celebración del centenario de la publicación del primer Manifiesto de André Bretón, que dio origen al Movimiento del Surrealismo. Salvador Dalí (1904-1989) fue uno de los grandes exponentes de esa corriente.
En 1924, Dalí conoció en la Residencia de Estudiantes de Madrid al poeta portuense Rafael Alberti, que así se refería a él: «Salvador Dalí, entonces, me pareció muy tímido y de pocas palabras. Me dijeron que trabajaba todo el día, olvidándose a veces de comer (…). Cuando visité su cuarto, una celda sencilla, parecida a la de Federico, casi no pude entrar, pues no sabía dónde poner el pie, ya que todo el suelo se hallaba cubierto de dibujos. Tenía Dalí una formidable vocación, y por aquella época, a pesar de sus escasos veintiún años, era un dibujante asombroso. Dibujaba como quería, real o imaginado: una línea clásica, pura, una caligrafía perfecta que, aun recordando al Picasso de la etapa helenística, no era menos admirable; o enmarañados trazos ligeramente acuarelados, que presagiaban con fuerza al gran Dalí surrealista de sus primeros años parisienses».
Es precisamente a partir de los años treinta cuando en la obra de Dalí empiezan a tomar importancia las ilustraciones, imprescindibles cuando se quiere conocer en profundidad la capacidad creativa del artista, como se observa en esta exposición a través de uno de los grandes libros a los que dio imágenes, «La Divina Comedia».
Salvador Dalí crea para ilustrar esta obra ciento tres acuarelas que surgen en 1949, como encargo del Gobierno italiano de la época. Dalí hablaba sobre ello a principios de 1950, en una entrevista realizada por José M. Massip en Nueva York para la revista Destino: «Me han encargado el trabajo para una edición italiana monumental y la quiero completar también en Cadaqués durante el verano. Es una obra que me atrae hasta la obsesión porque encuentro en ella los dos aspectos de mi propia vida. El libro me apasiona y ya tengo construido mi trabajo mentalmente». Se sabe que poseía un ejemplar en francés de «La Divina Comedia» que leyó en profundidad y que llenó de anotaciones.
Además, al catalán le ilusionaba formar parte en cierto sentido de esa visión dantesca de la vida e ilustrarla en pleno siglo XX bajo sus criterios artísticos y estéticos. Afirmaba que si «Dante me ha interesado durante tanto tiempo -más de diez años- es por su visión del mundo angélico».
Pero, finalmente el Gobierno de Italia resolvió prescindir de los servicios del catalán por diferentes polémicas, entre ellas el precio del encargo y con el argumento de que no era un artista italiano. Esto no le impidió continuar con la labor que ya había comenzado. Así, trabajó cinco años para supervisar el proceso de transferir cien acuarelas a las planchas de xilografía que fueron talladas a mano, lo cual supuso una atención extrema ya que la superposición resultó muy complicada debido al gran número de colores que Dalí había empleado.
La serie que se presenta en la Casa de Iberoamérica se compone de cien xilografías originales sobre papel vélin pur chiffon de Rives y fue editada por Editions d´art Les Heures Claires. Se necesitaron un total de 3.500 tacos xilográficos, uno por cada color, y unos 35 para cada una de las cien acuarelas que Salvador Dalí había realizado.
La muestra, que permanecerá abierta en la Antigua Cárcel Real hasta el 11 de enero de 2025, ha estado abierta ya en el Centro Niemeyer de Asturias, con un notable éxito de público. Su comisaria, Marisa Oropesa, estará presente en la inauguración el próximo día 29 de octubre, a las 12:00 del mediodía.