GSD Las Artes recibe la visita del genial pintor Antonio López en I Jornada ‘El alma de lo cotidiano’

La presentó el presidente de honor de GSD, Carlos de la Higuera, amigo personal del pintor, y la directora de GSD Las Artes, Carmen Martínez. Consistió el un diálogo de alumnos de varios GSD con el pintor y con el doctor en Historia del Arte, Jorge Latorre, además de tres talleres artísticos



En el año de su inauguración, GSD Las Artes ha celebrado  la I Jornada de Arte GSD: ‘El alma de lo cotidiano’. Es esta una iniciativa que  nace con vocación de permanencia en la historia de la institución. Algo que augura, sin lugar a dudas, su estreno inmejorable, que protagonizó un genio de la pintura, como es el gran Antonio López, y el doctor en historia de Arte y profesor titular de la Universidad Rey Juan Carlos, Jorge Latorre.

La directora de GSD Las Artes, Carmen Martínez, destacaba en la presentación, la vocación de continuidad de ‘El alma de lo cotidiano’. «Esperamos que esta sea la primera de muchas jornadas futuras en las que podamos acercar el mundo del arte a nuestra comunidad educativa», señalaba, al tiempo que reconocía que la presencia de sus dos primeros e ilustres protagonistas «nos ha emocionado, ilusionado y motivado». 

El pintor participó en un coloquio, moderado por la profesora Adriana de la Higuera, en el que los alumnos y alumnas de los diferentes centros GSD en la Comunidad de Madrid pudieron transmitirle sus inquietudes sobre el arte. 

El prólogo de la Jornada le correspondió a Carlos de la Higuera, presidente emérito de GSD Cooperativa, y amigo personal del genio.  «A punto de cumplir cuarenta años, lo hará el 12 de abril,  esta cooperativa siempre estará en deuda con Antonio López. Más de un tercio de vida de nuestra institución ha estado ligada a la sombra alargada de la gran sabiduría, y por ello siempre humilde, de quien es uno de los mejores pintores españoles de los siglos XX y XXI», señaló, en alusión a que el pintor ha visitado en las últimas décadas los colegios GSD  en Guadarrama, Las Rozas, Las Suertes, Moratalaz, Buitrago, así como la Fundación GSD o la Federación de Cooperativas y de la Economía Social de Madrid (FECOMA). 

El presidente de honor de GSD recordó que Antonio López pertenece a una generación  de pintores a la que calificó como «la cooperativa los realistas de Madrid», un grupo poderoso, del que también forman parte pintoras como  María Moreno -esposa de Antonio ya fallecida- o Isabel Quintanilla.  Pintor de atalayas, su actitud le ha permitido siempre tener una visión amplia,  apreciar cómo ha crecido la ciudad de Madrid, e incluso presagiar la futura presencia del hombre. «La pintura de Antonio López es verdad», aseveró, y es imposible pagarle todo lo que ha hecho por esta institución, por GSD, en una deuda de gratitud eterna.

Ya en el coloquio, Antonio López recordó que su trayectoria artística empezó muy pronto, siendo casi un niño. «En aquellos años, para acceder al estudio de las bellas artes en las escuelas superiores no se necesitaba el Bachillerato. Bastaba con hacer un dibujo. Si les gustaba, ingresabas. Con 13 años me trajeron a Madrid. Mi tío, un artista maravilloso, pensó que yo debía pintar. Aún no sé cómo lo pudo ver», contó el pintor. Así fue cómo ingresó en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, con 14 años. «Era la que más cerca estaba de Tomelloso, mi pueblo, en Ciudad Real», añadió. López concluyó su formación cumplidos los 19 años.

Según contó el genio, en el comienzo de su formación, pensaba que pintar bien consistía únicamente en copiar apropiadamente las cosas. «Era a lo que te llevaba el ambiente.  Y yo copiaba bien, pintando y dibujando del natural», recordó. Con unos profesores tan llenos de buenas intenciones como de otra época, López relataba que cuando él empezó, la modernidad llegaba a España. «Se la veía venir», describió gráficamente. Y, pese a que no estaba en Madrid, ni tenía su epicentro en España, con dificultad, pero con gran interés, a través de postales y periódicos, el pintor fue conociendo la obra de Picasso, Dalí, Pollock, Paul Clee o Andy Warhol.  «Sabía que copiar las cosas era insuficiente. Presentía que era muy importante tener una tarea, una misión, y completarla. Asi fue como muy pronto supe que el ingrediente fundamental del arte es muy raro, y no tiene receta alguna», explicó.

En el coloquio quedó claro que lo suyo con la pintura es puramente vocacional. «Pintar es una cosa maravillosa, pero muy complicada», afirmó, recordando los primeros motivos que le planteó su tío, para dibujar y pintar. «Entonces, yo ya sentía la necesidad de pintar, y un enorme placer al hacerlo. Es el mismo que sigo sintiendo hoy, con 89 años», subrayó delante de los alumnos. Sentir el deseo de hacer algo, de crear, sin importar las características de la empresa o sus dificultades, «es básico para cualquier cosa que uno quiera emprender en la vida», aconsejó a los alumnos. 

Por su parte, Jorge Latorre recordó que la inspiración para dedicarse al arte, en su caso como docente, fue una profesora en Secundaria. «Nos explicó tan bien la Historia del Arte, que gracias a ella supe dónde iba a estar mi futuro profesional», recordó. El también profesor tuvo palabras de elogio para el título de las jornadas: ‘El alma de lo cotidiano’, relacionándolo con la trayectoria del tomellosero. «La obra de Antonio López es un ejemplo perfecto de que lo cotidiano, tiene alma. El hiperrealismo se queda en la superficie. Sin embargo, Antonio va siempre a lo más profundo, aunque duela», afirmó, distanciándose así de calificar al pintor con este adjetivo. «Antonio ve las atalayas, y pinta desde ellas, pero también lo extraordinario que puede ser un lavabo. Él lo percibió antes que nadie. Y quizá por eso se lo compró un americano, porque en España, entonces,  no se entendía», recordó Latorre en alusión a varios de sus más famosos cuadros.

En este sentido, Antonio López afirmó también que transmitir «emoción»  es la clave de la pintura, «se trata de contar cómo es el mundo desde la parte emocional», afirmó, y también del resto de las artes, algo que se puede encontrar en la pintura figurativa, pero también en la abstracta. «En muchas épocas, el arte  ha sido un ejercicio de habilidad.  Gracias al arte contemporáneo, hemos sabido verlo mejor», sentenció, puesto que a la emoción, se puede llegar de muchas maneras», argumentó. 

Los alumnos y alumnas GSD le pidieron elegir una pintura y escultura en la historia del arte. «No se puede contestar a esa pregunta. Hay cosas tan maravillosas, que no me veo capaz de quedarme con una sola», señaló. El historiador del arte apuntó, por su parte, que «nos quedamos con todas las buenas».  Y por supuesto, sus curiosos interlocutores también le pidieron elegir una obra suya. «De mis cosas, me gustan temporadas buenas, y no tanto cuadros concretos», afirmó. Sobre las influencias que han marcado su trayectoria artística, López recordó que tan importante como estas, fueron sus ganas de aprender, de quien fuera y como fuera. También habló sobre los mayores desafíos de su carrera. El pintor sentenció que, cuando siente amor por una cosa, pasa por lo que sea». «Si he querido hacer un cuadro, he luchado por él», dijo.

Alguna joven artista le pidió un consejo para su futuro,  así como también los docentes, para enseñar arte. Y, pese a que Antonio López reconoció que «no les hacía mucho caso a los profesores, porque yo quería que me hablaran de Picasso y me hablaban de Velázquez», tanto López como Latorre animaron a los estudiantes a «emprender este viaje a lo desconocido», que es dedicarse al arte, a «leer los libros que escriben los pintores, como las cartas de Van Gogh a su hermano» y que, en todo caso,  se dediquen a lo que se dediquen, «no pierdan nunca de vista el alma de lo cotidiano».
 
La Jornada resultó transformadora para todos, alumnos y profesores de arte de GSD Educación, puesto que, además de disfrutar de la franqueza de los ponentes, también lo hicieron de tres talleres, uno  de escultura de Giacometti, el taller de dibujo al natural y el taller de collage. 

«Hoy GSD Las Artes se ha convertido en un lugar donde la vocación, el potencial humano y la cooperación han sido los protagonistas», terminaba la directora.

El evento fue posible gracias al esfuerzo, dedicación y pasión de muchas personas de GSD Cooperativa, pero especialmente de los profesores y profesoras de bellas artes, historia del arte y arquitectos, quienes con espíritu vocacional y mirando más allá del aula y más allá de la educación en el hoy, quisieron regalar a sus alumnos una jornada que trascenderá en su memoria.

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