Redacción. Investigadores de la Universidad de Cádiz y del Instituto de Investigación e Innovación Biomédica de Cádiz (INiBICA), liderados por Javier J. González Rosa y. Álvaro J. Cruz Gómez, junto a Lucía Forero, del Hospital Puerta del Mar, han publicado recientemente en Neurology, Neuroinmunology & Neuroinflammation, una de las revistas internacionales más prestigiosas en el campo de la Neurología, los resultados de un estudio que tiene como objetivo valorar la utilidad de la combinación de varios biomarcadores clínicos de neurodegeneración para predecir la aparición de ciertos síntomas característicos en pacientes recién diagnosticados de Esclerosis Múltiple (EM).
El grupo, liderado por la UCA, es el primero nacional que usa de manera sistemática análisis de neuroimagen cerebral y del nivel de neurofilamentos ligeros (NfL) en sangre para el estudio de la progresión clínica y como marcador de recuperación o respuesta al tratamiento en EM y otras enfermedades neurológicas.
Esta investigación ha demostrado que la pérdida de sustancia gris cerebral, particularmente el adelgazamiento de la corteza cerebral del lóbulo temporal, analizado mediante sofisticados procedimientos de análisis de imágenes por Resonancia Magnética (RM), junto con niveles de daño neuroaxonal, como el NFL, obtenidos y analizados en muestras de sangre, pueden servir como predictores tempranos significativos del estado cognitivo de estos pacientes EM de reciente diagnóstico. Destacar que es la primera vez que se ha demostrado que el análisis de RM, en concreto medidas regionales de atrofia cerebral y grosor cortical, junto con medidas de NfL en sangre, pueden ayudar a pronosticar aspectos clínicos de la progresión de pacientes de reciente diagnóstico.
50.000 personas diagnosticadas con esclerosis múltiple
Según la Sociedad Española de Neurología, solo en España existen alrededor de 50.000 personas diagnosticadas con esclerosis múltiple, siendo actualmente esta enfermedad la segunda causa de discapacidad mundial entre la población adulta joven.
Se estima que el 70% de los nuevos casos diagnosticados de EM se dan en personas jóvenes (entre 20-40 años), una edad en la que se hallan en pleno rendimiento académico y laboral y que, con frecuencia, la enfermedad va a provocar una interrupción del desempeño de estas actividades profesionales, teniendo igualmente un gran impacto en su faceta personal.
Más allá de las alteraciones motoras y sensitivas características a nivel neurológico, “uno de los síntomas más infra-diagnosticados en esta enfermedad es el deterioro cognitivo, que suele manifestarse en forma de problemas atencionales y para concentrarse, enlentecimiento mental, o problemas de memoria, entre otros, siendo estos síntomas igual de limitantes o más que los físicos en este tipo de pacientes y en el tramo de edad en que se manifiestan dichos síntomas”, como explica el profesor González Rosa.
Adecuado diagnóstico
Por estas razones, “se muestra fundamental un adecuado diagnóstico y pronóstico de este tipo de alteraciones cognitivas en pacientes en estadios iniciales de la enfermedad, con el objetivo realizar tratamientos tempranos e individualizados que puedan frenar la evolución del deterioro cognitivo en estos pacientes, y por tanto, retrasar la acumulación de la progresiva discapacidad que manifiesta la enfermedad”.
Durante los últimos años, existe un creciente interés en la búsqueda de biomarcadores cerebrales del deterioro cognitivo en la EM, pero también en otras enfermedades neurológicas como el Alzheimer o en el Parkinson. Gracias al trabajo de este grupo de investigación, se ha logrado relacionar medidas de la atrofia y el grosor cortical con mediciones de NfL obtenidos con simples muestras de sangre, obtenidas de los participantes del estudio. En este sentido, sus miembros llevan varios años desarrollando un enfoque metodológico para aunar “tanto biomarcadores de integridad cerebral tanto macroestructurales, mediante análisis volumétricos cerebrales de imágenes de RM, como microestructurales, mediante el análisis de los niveles de NfL en sangre, lo que sin duda aumenta el valor predictivo de los resultados”, en palabras de sus autores.
Los resultados de este trabajo están teniendo una gran repercusión científica por su novedad, y podrían permitir a otros grupos de investigación nacionales e internacionales mejorar la utilidad clínica de estos biomarcadores de daño cerebral sobre el pronóstico, evolución y respuesta al tratamiento de las personas con esta enfermedad.